La Real Academia Española tiene dos definiciones de sexualidad: a) conjunto de condiciones anatómicas y fisiológicas que caracterizan a cada sexo y, b) apetito sexual, propensión al placer carnal.

La sexualidad es pieza clave en el carácter, personalidad y salud de una persona, ya que engloba aspectos biológicos, psicológicos y sociales de un individuo, que le permiten identificarse y encontrarse a sí mismo. Implica más que una simple relación sexual física y erótica, es el comportamiento psicológico y social de una persona ante una sociedad determinada.

Médicos afirman que una buena sexualidad da una mejor calidad de vida a las personas, pero, ¿qué pasa con las personas que sufren de alguna discapacidad?

La Organización de las Naciones Unidas estima que más de 500 millones de personas en el mundo sufren de algún impedimento físico, mental o sensorial.

Es conocimiento de todos que las personas con discapacidad sufren de muchas limitaciones para poder desarrollarse personal y socialmente y existen muchos tabúes sobre su vida sexual. Son pocas las personas que se acuerdan que estos individuos son como cualquier otro y, al igual que todos, tienen pensamientos y deseos sexuales a lo largo de todas las etapas de su vida.

Las limitaciones para poder tener una vida sexual adecuada pueden ser diferentes:

Orgánicas, por ejemplo cuando se trata de alguna enfermedad neurológica, endócrina metabólica como diabetes mellitus, o una enfermedad cardiovascular; que dañe algún órgano o sistema que intervienen en la respuesta sexual. Estas enfermedades pueden dar síntomas como alteraciones en la sensibilidad del área genital, modificaciones en los reflejos relacionados a la respuesta sexual, entre otros.

Psicológicas, como retraso mental, enfermedades sensoriales como ceguera o sordera, además de padecimientos que afecten el estado de ánimo de la persona, como una amputación. Este tipo de enfermedades más que síntomas o signos físicos, reflejan actitudes psicológicas negativas que impiden que la pareja de la persona afectada, el mismo paciente, o ambos, expresen de manera correcta sus sentimientos, lo cual les dificulta tener una vida sexual placentera. Los signos o síntomas que comúnmente se observan en este tipo de pacientes son alteraciones del deseo sexual, del estado de ánimo, problemas con la erección y/o eyaculación, entre otros.

Alteraciones físicas, por ejemplo deformidades en miembros, parálisis musculares, trastornos sensitivos como dolor fantasma por cáncer, pérdida de control de micción y defecación. Este tipo de enfermedades pueden impedir la movilidad o sensibilidad de la persona.

Cualquiera que sea la limitación, el personal de la salud tiene la obligación de dar la información acerca de este tema tanto a familiares como a la persona en cuestión, ya que cada paciente tiene diferentes necesidades según sea su padecimiento y la mayoría de la información que se da a la población en general no incluye a las personas con discapacidades.

Dra. Mónica Sauceda

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